¿Te has preguntado qué pasa cuando no tenemos todas las respuestas científicas, pero sabemos que algo podría dañar nuestro planeta? Ahí entra en acción un principio poderoso: in dubio pro natura. Este principio nos dice que, cuando no estamos 100% seguros del impacto ambiental de una acción, debemos tomar decisiones que favorezcan al ambiente. En pocas palabras, ante la duda, ¡el ambiente gana!
¿De dónde viene este principio?
Todo comenzó con la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo en 1992. Esta fue una especie de "manual" global para proteger el planeta, y uno de sus pilares fue el famoso Principio Precautorio. Costa Rica, siempre pionera en temas verdes, llevó esta idea más allá con su Ley de Biodiversidad (N° 7788) en 1998, donde incorporó el in dubio pro natura como una herramienta legal clave.
¿Pero qué significa esto en la práctica? Que si, por ejemplo, hay dudas razonables sobre el impacto ambiental de construir una carretera o una represa, las autoridades deben ser súper cautelosas. ¡No se trata solo de decir “no”, sino de proteger nuestro entorno para las generaciones futuras!
¿Cómo se aplica?
Un reciente fallo del Tribunal Contencioso Administrativo y Civil de Hacienda de Costa Rica (Sentencia 2025-000094 del diez de enero de 2025) destacó algo súper importante: este principio no es solo una regla escrita, ¡es una guía para la acción! La sentencia recordó que incluso si hay estudios que dicen “todo está bien”, debemos tener en cuenta que la naturaleza cambia: el clima, los suelos, los ríos... todo evoluciona, y lo que era cierto ayer podría no serlo mañana.
Esto significa que las instituciones públicas tienen la responsabilidad de actuar con mucha cautela. Si no hay certeza de que una actividad será inocua para el ambiente, no se deben otorgar permisos o autorizaciones. Sí, puede sonar drástico, pero la idea es simple: mejor prevenir que lamentar.
¿Y por qué debería importarte?
Porque este principio protege algo que es de todos: el derecho a vivir en un ambiente sano y equilibrado. No se trata de frenar el desarrollo, sino de hacerlo de manera sostenible. Al final, lo que se busca es un equilibrio entre progreso y conservación, para que podamos disfrutar de un mundo más verde y sano.
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