No podemos creer que el derecho es la “última coca cola del
desierto” y por ende está en la cúspide de las ciencias (allá si es que es una
ciencia). Esta disciplina, en especial
la que me ocupa ligeramente, sea el derecho constitucional, necesitará siempre
del soporte de otras disciplinas que le ayuden a obtener su forma, eso sí,
recordando siempre que todo existe para sumirse a la constitución y no la
constitución a todo, pues de ser así, no hace falta carta magna. En momentos en donde la economía, la vida, la
salud, el libre tránsito y otro sin número de derechos parecen estar chocando
entre sí, no se puede estudiar la parte de la Constitución referida a cada uno
de esos tópicos sin el apoyo de los especialistas en su respectiva materia. Por
eso, en palabras del catedrático de Constitucional José Luis García Guerrero “para
afrontar jurídicamente la pandemia es necesario que el derecho constitucional
se apoye en la virología, en la medicina preventiva y en su especialidad
epidemiológica”. Los expertos en dichos
campos de la ciencia han dejado clara la necesidad de confinarnos y de algunas
otras restricciones según la intensidad de la pandemia. En ese campo, el Constituyente delegó en el
Poder Legislativo ciertas potestades restrictivas, que le serían permitidas al
ejecutivo y nuestra Ley General de Salud ha sido capaz en estos momentos aciagos
de dar la talla. En ella se prevé
adoptar medidas restrictivas de la libertad de circulación con diferentes
intensidades, según lo reclame la epidemia y, además, así lo exigen los
principios de idoneidad, necesidad y proporcionalidad lo que nos permite y
exige graduar las medidas, según la intensidad de la epidemia. Por eso, en algunos momentos el Ministerio de
Salud en conjunto con la Presidencia de la República, ha podido restringir la
libertad de circulación y en otros regularla (amparándose para este servidor erróneamente
en la Ley Nacional de Emergencias y Prevención del Riesgo). Más allá de una
simple hipótesis, me es un hecho innegable que la libertad de circulación es un
requisito sine qua non para ejercer plenamente otros derechos y al restringirla,
por ende, resultan restringidos otros derechos como el del trabajo, pero como
se explica someramente, tales limitaciones son consecuencia ineludible de los
preceptos constitucionales y de su desarrollo por Ley General de Salud.
Como país debemos concienciarnos en que nuestra Constitución
contiene una previsión que contempla, incluso, la suspensión individual y
colectiva de los derechos fundamentales y garantías individuales consignados en
los artículos 22, 23, 24, 26, 28, 29, 30 y 37 de nuestra Constitución. Dicha suspensión
podrá ser de todos o de algunos derechos y garantías, para la totalidad o parte
del territorio, y hasta treinta días; durante ella y respecto de las personas. Sea que en caso de evidente necesidad pública
y ante situaciones extraordinarias si son necesarios para superar la crisis;
concretamente la Constitución posibilita las limitaciones a los derechos,
pudiendo estos ser suspendidos o regulados en intensidad.
Dicho lo anterior, las medidas tomadas han alado mucho de la
flexibilidad de la Ley General de Salud y han interpretado alegremente la Ley
Nacional de Emergencias y Prevención del Riesgo, obviando lo que la
Constitución ordena. A pesar de eso, la libertad
de circulación no está suspendida, sino limitada y esta limitación pasa el test
de constitucionalidad porque es idónea, necesaria y proporcionada, según las
ciencias en las que debe apoyarse el derecho constitucional.
Ahora bien, nada de lo anterior implica apoyar las propuestas
del Gobierno ciegamente, estas siempre deben pasar el test de proporcionalidad constitucional
y adicionalmente en esto hablo desde mi perspectiva como ciudadano costarricense,
resulta inaceptable jurídicamente que los poderes públicos utilicen la
publicidad institucional para influenciar e, incluso, en ocasiones silenciar a
los que opinan distinto a ellos, pues de la diversidad de opiniones se puede
construir. La libre expresión, que se
nutre de una "opinión publica libre", imprescindible para el
funcionamiento de la democracia, NO ESTA SUSPENDIDA NI LIMITADA y espero no
llegue el día que lo esté. No comulgo
con la farsa de las ruedas de prensa que se han dado hasta el día de ayer del
Gobierno para informar de la crisis del coronavirus, y en el estado en el que
estamos, la prensa debe intensificar los controles sobre el Gobierno, quien
DEBE EVITAR ANTE TODO se filtren las preguntas y se impidan las repreguntas.
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