El
progresismo se presenta como un baluarte de la democracia, enfatizando la
tolerancia, el diálogo y la justicia social. Sin embargo, G. Álvarez en su obra
"Cómo hablar con un progre: Por qué en lugar de hacerla desaparecer, la
socialdemocracia incrementa la pobreza" nos ofrece una visión crítica que
pone en cuestión estas afirmaciones. Álvarez desvela cómo, bajo un disfraz de
consenso y diálogo democrático, se esconden tácticas de imposición ideológica y
manipulación política que contradicen los principios democráticos que afirman
defender.
Álvarez
plantea una visión donde el progresismo interpreta el "consenso" como
la adopción de su ideología y la "tolerancia" como un callejón de una
sola dirección que beneficia exclusivamente a quienes comparten su visión
política. Esta perspectiva es revelada cuando dice: "Para el progre, el
consenso es asumir su pensamiento y la tolerancia sólo viaja en un sentido: el
suyo. El diálogo se traduce por imposición y la justicia social por el ataque
al capitalismo" (Álvarez, 2017, p. 44). Aquí se ve la tendencia a utilizar
la retórica de la equidad para ocultar un enfoque que en realidad promueve una
homogeneidad ideológica restrictiva.
La
crítica se profundiza cuando Álvarez discute la democracia y su relación con el
referéndum. Argumenta que, en manos de los progresistas, los referéndums se
convierten en herramientas para perpetuar su poder, especialmente cuando las
políticas propuestas son cuestionadas. Según Álvarez, "Cuando esta visión
sea cuestionada, él muy cómodamente podrá decir: 'Esto lo ha decidido el pueblo
por referéndum y yo hago lo que me manda el pueblo'" (Álvarez, 2017, p.
56). Esto ilustra un uso cínico de la democracia directa, donde el referéndum
no busca tanto la expresión de la voluntad popular como validar preconcepciones
ideológicas.
Además,
la obra destaca la contradicción en el deseo progresista de utilizar el
referéndum para cada decisión política, lo que en la práctica podría llevar a
una parálisis gubernamental y decisiones poco informadas. Álvarez cuestiona
este enfoque señalando: "¿Toda decisión debe pasar por las urnas? En una
sociedad democrática la soberanía pertenece a la ciudadanía y se articulan los
mecanismos para elegir unos representantes que encarnan su poder y a los que se
hace depositario de esa soberanía por vía de la representación" (Álvarez,
2017, pp. 151-152). La propuesta de decidir cada vez más asuntos por referéndum
no solo socava el papel del parlamento sino que demuestra una comprensión
errónea de la gestión democrática eficiente.
El uso de
referéndums como una táctica para regresar al poder cuando se enfrentan a la
oposición es otra crítica que Álvarez dirige hacia los progresistas. Menciona
cómo, ante la falta de un proyecto convincente, "el progre aprovechará
casi cualquier asunto, por nimio que sea, para poner sobre la mesa la necesidad
de convocar un referéndum para conocer la opinión del pueblo" (Álvarez,
2017, p. 58). Esto muestra un intento de manipular la opinión pública más que
de facilitar una verdadera deliberación democrática.
Finalmente,
"Cómo hablar con un progre" nos ofrece una perspectiva esencial para
entender las complejidades y contradicciones dentro del progresismo
contemporáneo, especialmente en su relación con las herramientas democráticas
como el referéndum. Álvarez nos advierte sobre cómo las estrategias políticas
pueden disfrazarse de democracia y cómo es crucial mantener un espíritu crítico
y vigilante ante las manipulaciones ideológicas en cualquier espectro político.
[1] Álvarez, G. (2017). Cómo hablar con
un progre: Por qué en lugar de hacerla desaparecer, la socialdemocracia
incrementa la pobreza (Edición digital ePub r1.1). Titivillus. (Obra
original publicada en 2017)
0 comentarios:
Publicar un comentario
Siempre es bien recibida una opinión